Monday 26 September 2011

Jimmy Kopelia say Happy New 5772 year!

On the sundown of Sept 28th, 2011, It is beginning of our new year, 5772.. We prepare ourselves for a reflection of our lives and clear our souls to face GOD in Yom Kipur..



שנה טובה תשע"ב

Sunday 25 September 2011

Pray Goodness is on your way



No estás molestando a Dios.

por Aliza Kramer




Recientemente hable con una amiga que estaba atravesando una difícil situación. Le pregunté si lo había discutido con Dios. Ella me miró intrigada y confundida, "No exactamente... es decir, no directamente".


De alguna manera no le parecía apropiado molestar a Dios con la trivialidad de su vida.


¿Acaso no tenemos todos dificultades en la vida? ¿Además de esto no queremos "molestar a Dios con nuestros problemas" y preferimos solucionarlos por nuestra propia cuenta? ¿Acaso pensamos que le estamos haciendo un favor a Dios al no atormentarlo con nuestra carga?


Un punto decisivo en la redención judía de Egipto fue cuando ellos gritaron y clamaron a Dios. Ellos entendieron que sólo Dios podía ayudarlos, ellos se dirigieron a Él, y ese llanto fue el catalizador para la salvación.


Así como los judíos en Egipto clamaron en conjunto en un momento de sufrimiento colectivo, así también cada individuo puede beneficiarse de la conexión con Dios en momentos de angustia personal. Esta lección es especialmente verdad en nuestra sociedad, donde la tecnología nos da mucho poder, pero nos hace dependientes.


No es un signo de debilidad admitir nuestra incapacidad de navegar a través de la vida por nuestra propia cuenta. El clamor a Dios no tiene que provenir de la desesperanza, en cambio puede provenir del hecho de reconocer que Él está aquí, de que Él puede ayudar, de que Él quiere ayudar, y de que está esperando noticias de nosotros. Él tiene el poder de liberarnos de muchas ataduras en la vida, ataduras que de otra manera son inextricablemente difíciles.


Vivimos en una generación en donde la comunicación inalámbrica ha alcanzado un punto sin precedentes, sin embargo la inclinación a utilizar "comunicación inalámbrica con Dios" no aumenta acordemente.


Quizás la estática está obstruyendo la transmisión. El ego y la ilusión de que somos capaces de hacer cualquier cosa por nuestra propia cuenta, pueden crear una barrera para los rezos.


Sólo depende de nosotros eliminar la estática y sintonizarnos con Dios.


No se necesitan satélites transmisores para establecer la conexión. No hay cargos asociados (es mucho mejor que Skype). La línea nunca está ocupada y Dios siempre está accesible para todos.


Este es un increíble, e inalienable derecho que fue otorgado a cualquier ser humano. Discute tus problemas con Dios. ¡Llámalo hoy mismo!


Si bien las respuestas pueden no siempre ser las esperadas, como Dios es pura bondad, nada puede salir mal.


Y al final de cuentas, forjar una profunda relación con Él es un logro enorme en si mismo.

EL MILAGRO DE LA VIDA

Nuestro hijo casi muere en un accidente automovilístico. Hoy somos testigos de su milagrosa recuperación.

por Rav Efraim Shore

Hace seis semanas nuestro hijo Yaakov de 21 años, fue atropellado por un automóvil mientras patinaba por las calles de Jerusalem. Después de dos cirugías de emergencia en la cabeza, yació inconsciente en la Unidad de Tratamiento Intensivo en el Hospital Hadassa, poniéndose cada vez más delgado y más pálido, con tubos entrando y saliendo por casi todas las partes de su cuerpo, durante dos semanas.

No sabíamos si saldría vivo del hospital. El terror de esos días fue oscuro e interminable. Los incesantes “pips” de las innumerables máquinas adheridas a él era todo lo que teníamos para recordar que las horas y los días transcurrían mientras estábamos sentados a su lado, rezando, leyéndole versículos de la Torá, sosteniendo sus manos.

¿Tendría la misma personalidad? ¿Volvería a caminar? La vida era un gran signo de interrogación. Los doctores no podían tranquilizarnos.

Finalmente, la presión cerebral de Yaakov fue bajando a niveles que los doctores consideraron seguros para comenzar el proceso de despertado. Sacarlo de todas las fuertes drogas llevó cuatro días. Esperamos ansiosamente que se despertara. ¿Nos reconocería? ¿Sabría cómo caminar, o tendría el cerebro dañado en esa área, como los doctores temían? ¿Podría recordar cualquier cosa del pasado? ¿Tendría la misma personalidad? ¿Sería capaz de caminar, de saborear, de leer, o de hacer otras cosas básicas? La vida era un gran signo de interrogación. Los doctores no podían tranquilizarnos.

Todo lo que podíamos hacer era rezarle a Dios con todo nuestro corazón: “¡Por favor, devuélvenos a nuestro Yaakov!”.

Con el advenimiento de la fiesta de Shavuot, algunos compañeros de Yaakov en el ejército ofrecieron quedarse con él esas 24 horas para que mi esposa y yo pudiéramos estar en casa con nuestros otros hijos – para obtener algo de descanso, algo de perspectiva, y vivir todo el impacto de la festividad.

La tradición nos cuenta que cuando Dios se reveló a Sí mismo ante pueblo judío en el Monte Sinaí y entregó la Torá hace aproximadamente 3,800 años, todas las personas enfermas fueron curadas: el lisiado pudo caminar, el ciego pudo ver, etc. En cada Shavuot, el aniversario de este evento, regresa el mismo poder de curación.

Yaakov con sus padres y hermanoCuando terminó la festividad, recibimos la llamada de uno de los amigos del ejército de Yaakov quien había estado sentado a su lado por 24 horas. “¡Vengan rápido! ¡Se está despertando! Nos reconoce y nos entiende”.

Con los ojos llenos de lágrimas, nos apresuramos a ir al hospital. A simple vista, parecía una repetición de la misma ruta dos semanas antes, conduciendo y llorando hacia el hospital. Pero esta vez era muy diferente: nuestras lágrimas eran las primeras expresiones de alivio, de felicidad y de agradecimiento. Cuando estuvimos al lado de Yaakov y vimos que nos sonreía, con sus ojos vidriosos pero resplandecientes de vida y reconocimiento, nuevamente nos fue difícil permanecer de pie.

No podía hablar, y difícilmente podía abrir sus ojos, pero cuando mi esposa se inclinó para besarlo, él de algún modo encontró la fuerza para extender la mano, acariciar su mejilla y decir “Te quiero”. El cielo se estaba abriendo. Cuando su amigo dijo adiós, él lentamente tomó su mano y la llevó hasta su boca para besarla, y además hizo un guiño. Con esos pequeños movimientos él nos hizo saber que nuestro Yaakov había vuelto.

Fuimos testigos de algo que poca gente tiene la oportunidad de ver: un milagro.

Pero en realidad, nosotros vemos muchos milagros. Casi todos los días. Rav Dessler explica que la única diferencia real entre un milagro y la “naturaleza” es la frecuencia. ¿Acaso el Maná, que aparecía con el rocío cada mañana por 40 años en el desierto, es algo más milagroso que las semillas descompuestas transformándose en tallos de trigo o en árboles de mango? Pero dado que vemos esto todo el tiempo, perdemos la sensibilidad para maravillarnos. Lo mismo ocurre con cada aspecto de las maravillosas funciones de nuestro cuerpo.

“¡Todo es un milagro!” suena trillado. Pero cuando ves la creación ante tus ojos, de repente es profundo.

Ahora sé, “¡Todo es un milagro!” suena trillado. Pero cuando ves la creación ante tus ojos, trillado ya no es trillado. Es profundo.

Hemos presenciado algo que sólo puede ser descrito como el renacer de un ser humano. Al principio era una masa de carne inmóvil. Luego sus ojos se abrieron y comenzó a reconocer cosas. Durante los días siguientes empezó a respirar de nuevo por sí mismo, y lentamente a mover sus manos y sus piernas. Después, nuestra alegría fue infinita cuando estuvo listo para beber a sorbos, y poco después a beber por sí mismo. Tomó un tiempo pero pronto ¡pudo incluso sostener una botella de agua!

Unos pocos días después, con mucho dolor sacó sacó sus primeras palabras y nuestro éxtasis no se podía expresar con palabras. Entonces comenzó a comer alimentos sólidos, a decirnos qué necesitaba. Como el cordón umbilical de un bebé, gradualmente le fueron sacando los innumerables tubos que habían sustentado cada aspecto de sus funciones corporales.

Cada mañana, al despertar, decimos un hermoso rezo de agradecimiento antes de salir de la cama: “Te agradezco, Dios viviente, por haberme devuelto el alma con compasión…” El judaísmo define el dormir como “una sesentava parte de la muerte”. Nuestro Yaakov estuvo en un estado que fue más como 59 partes en sesenta de la muerte, pero Dios le devolvió el alma. Casi todos los días vemos más partes de él que vuelven de un lugar lejano, muy lejano.

Cada día luchábamos con el miedo terrible de, “¿Y si su recuperación llega hasta aquí? ¡Quizás frenará aquí!”. Exprimíamos cada gota de optimismo y nos auto-forzábamos a “estar convencidos” que él seguiría avanzando. Nos encontrábamos (y lo seguimos haciendo) desgarrados entre una sensación inmensa de gratitud porque él volvió de tan lejos, y nuestro claro anhelo de que Yaakov recupere todas sus habilidades, memorias y personalidad.

Pensar positivamente influye en el resultado de las cosas. De hecho, el judaísmo exige optimismo. Tenemos un Dios que nos ama y que tiene poder infinito para ayudarnos. Él tiene antecedentes grandiosos; tal como nos ha ayudado en un millón de modos hasta ahora, podemos contar con que nos seguirá ayudando para seguir adelante. También deberíamos estar pasmados y asombrados cuando las cosas no salen de la forma que deseamos. Sorprendidos lo suficiente como para preguntar qué lección nos está tratando de enseñar.

Después de una semana más en la Unidad de Tratamiento Intensivo, Yaakov fue trasladado al pabellón neurológico del hospital, y unos días después, aún con la traqueotomía saliendo de su garganta, fue transferido a un hospital de rehabilitación.

Cuando nos estábamos despidiendo de nuestros nuevos amigos -el personal de la UTI- una trabajadora social nos dijo que todo el que deja ese lugar se va con dos regalos muy especiales. Primero, tienen una perspectiva nueva de lo que realmente importa en la vida. Los problemas insignificantes son justamente eso, problemas insignificantes. Segundo, una apreciación realista del increíble milagro que es la vida. Cada una de las cientos de cosas que hacemos cada día es simplemente asombrosa. Cuando ves a tu hijo sin esa habilidad, y te imaginas lo que sería la vida para él sin eso (comer por sí mismo, hablar, ir al baño, leer, caminar, sostener cosas, entender, recordar cosas), sabes cuán agradecidos deberíamos estar. “Esos regalos son para ustedes, la familia. Su hijo no recordará por lo que pasó, pero ustedes sí”.

En uno de esos primeros días de volver a despertar, Yaakov tenía un dolor de cuerpo tremendo, sacudiéndose muchísimo, sufriendo terribles dolores de cabeza y envuelto en una gran confusión. Entrevió en un espejo su cabeza rapada, la gran cicatriz, su cara pálida y delgada, y comenzó a llorar. Lo abracé fuerte y lloré con él, pero le dije: “Yaakov, puede que estés llorando de dolor, y siento mucho no ser más comprensivo. Pero mis lágrimas son de alegría. No espero que me entiendas, pero verte vivo, sintiendo y consciente, es tan grandioso que todo lo que puedo hacer es llorar”. Él entendió, y estuvo aliviado.

Hemos alentado a personas de todo el mundo a trabajar en estos dos importantes rasgos – no culpar y no quejarse.

En un principio él no sabía su nombre ni su edad, donde vivía, o cuantos chicos hay en nuestra familia. Hoy Yaakov está libre de la mayoría de su dolor y se está comunicando maravillosamente (tanto en hebreo como en inglés). Todavía hay un largo camino de recuperación en varias áreas, como el dolor en una pierna, una mandíbula quebrada, más cirugías, y vacíos en su memoria, pero vemos más y más facultades retornando casi a diario.

Ha vuelto a muchos de sus rasgos maravillosos, como no culpar y no quejarse. A pesar de sus incapacidades presentes, casi siempre está contento y se ilumina cuando viene un nuevo visitante. Ayer encontramos más vidrios incrustados en su brazo, pero él no se quejó y no culpó a nadie.

Nos hemos alentado a nosotros mismos y también a personas alrededor del mundo a trabajar en estos dos importantes rasgos – no culpar y no quejarse – y hemos oído sobre cómo cientos de personas están trabajando en eso, cuán difícil es cambiar nuestros hábitos negativos, y la gran diferencia que ha hecho un poco de conciencia en sus vidas. (Haz clic aquí para ver un video relacionado)

Uno de mis rabinos - un padre joven que fue diagnosticado con un cáncer terminal que fue tratado y luego desapareció - compartió conmigo algo que nunca he olvidado. “Si alguien me hubiera ofrecido 10 millones de dólares para atravesar esa experiencia, nunca lo hubiera aceptado. Pero ahora que ya la he atravesado, si alguien me ofreciera 10 millones de dólares para sacármela de encima, nunca renunciaría a ella”.

Ahora entiendo lo que quiso decir. La agonía, el profundo e inimaginable miedo, y el dolor de cabeza de las últimas semanas son algo que no le desearía a nadie. Pero las lecciones que mi esposa y muchos de nuestros amigos y familia han aprendido son tan preciosas que es difícil imaginar ir hacia atrás y vivir la vida sin ellas. Mi apreciación por la belleza y el milagro de la vida, mi entendimiento del poder de la bondad, del amor y de la amistad, el impacto de pequeños (y grandes) gestos de cariño, la intimidad con Dios a través de las lágrimas y las plegarias desde el corazón, la fortaleza y el confort de la comunidad, y la importantísima lección acerca del amor incondicional por un hijo, sin expectativas ni juicios.

Por todos estos tesoros, y por el retorno de Yaakov a nosotros, siempre estaré agradecido.


"Happiness is an attitude. We either make ourselves miserable, or happy and strong. The amount of work is the same." ~ Francesca Reigler

"A happy life is just a string of happy moments.
But most people don't allow the happy moment,
because they're so busy trying to get a happy life."

Saturday 24 September 2011

Le Bambou Chinois

רוקדים ראש השנה

CAMBIAR DE ESTILO DE VIDA

Poniéndonos en forma, física y espiritualmente.

por Ayelet

Una vez más, mi ropa no me entra. Sí, exactamente la misma ropa que sí me entraba hace tan sólo tres meses atrás. ¿Quizás se encogió? Buscar un culpable: La secadora lo hizo. Me gustaría creerlo, en vez de culpar al chocolate. Que cosa hermosa es el chocolate, ¿para qué asociarlo a cosas negativas?

He cuidado mi peso. Lo he cuidado tan bien, ¡que no se ha ido a ninguna parte! De hecho, he acumulado un poco más de él, ¡solamente cuidándolo!

La verdad es que yo conozco las razones por las cuales subí de peso. Comí en exceso y no me ejercité lo suficiente. Claro y simple, sin complicaciones.

Y conozco la fórmula para arreglar el problema. ¡Funciona siempre y es imbatible!: Comer menos y ejercitar más. Pero no importa cuantas veces subo y bajo, eventualmente, caigo en la misma rutina una y otra vez.

Este patrón de fracaso ciertamente no ayuda a motivarme para intentarlo nuevamente. Este mismo problema es el que a menudo sabotea el proceso de teshuvá (volver a ser la mejor persona que uno puede ser).

Considerando que ni siquiera puedo apegarme a una dieta baja en calorías, ¿cómo puedo decir honestamente que nunca más repetiré los errores del pasado y que me mantendré comprometido con una vida con sentido?

Soluciones rápidas

Tanto con el tema de bajar de peso como con la teshuvá, no existen soluciones rápidas, sino cambios de estilo de vida.

En algunas dietas locas que he intentado, he ido más allá del límite, y el primer día es muy exitoso. El segundo día es un poco menos exitoso. Luego, cada día después de eso es un espiral de caída, hasta que la dieta fracasa nuevamente.

Es lo mismo con mis esfuerzos inútiles por conquistar mis malos hábitos. Comienzo mi ‘dieta’ de teshuvá y me embarco en un plan estricto para detener inmediatamente todos mis malos hábitos. El primer día es muy exitoso. Pero al igual que las otras dietas locas, el proceso de teshuváfracasa también.

Las dietas extremas no funcionan. La teshuvá instantánea tampoco funciona. Bajar de peso significa cambiar mi manera de comer y mis patrones de conducta, significa relacionarme de una manera distinta con la comida e incorporar ejercicio y otros hábitos saludables en mi vida. Hacerteshuvá significa reconocer mis patrones de conducta equivocados, trabajar en dejarlos de lado, e integrar buenas cualidades de conducta en mi vida.

Este año, mi lista de Rosh Hashaná incluirá: ‘¡Ponerme en forma!’. Y creo que, los mismos principios básicos que me ayudarán a ponerme en forma físicamente, también me ayudarán a ponerme en forma espiritualmente.

Creer en mi mismo -Sé que sólo tendré el coraje y la fuerza de intentarlo si sé que podré lograrlo. ¿Para qué molestarse con perder peso o hacerteshuvá si creo que no podré lograr mis metas? Necesito creer en mí mismo lo suficiente como para realmente entregar todo de mí y hacer mi mejor esfuerzo para que resulte. Así que mi primer paso es creer que, sin importar lo que pasé, ¡yo sé que puedo hacerlo!

Hacer un plan - Es muy fácil decir “quiero perder peso”, o “quiero ser una mejor persona”, pero sin un plan y un objetivo claro, no sé hacia donde me dirijo, y será imposible llegar hasta allá. Con planificación específica y objetivos claros, podré encontrar el camino correcto.

Pasos pequeños - Si tomo mucho de una sola vez, me quemaré rápidamente. Cortando todas mis golosinas preferidas, o cortando todas las malas costumbres de una sola vez, sé que me estoy predisponiendo al fracaso. No me transformaré en un ángel de la noche a la mañana. Necesito dar pasos pequeños para lograr cambios. Así que el primer día, quizás no comeré chocolate después de las 6 PM, o no hablar mal de otras personas hasta las 2 PM. Y una vez que logre manejar esto y progrese, podré realizar cambios mayores. La integración progresiva es clave para efectos a largo plazo.

Pensar en la imagen completa - Si vivo mi vida deseando y esperando gratificación instantánea, en general lamentaré mis decisiones más tarde. Ese brownie puede saber delicioso en este momento (¡realmente delicioso!) pero, ¿cómo me sentiré después cuando me suba a la balanza? Hablar mal de otra persona puede causar un par de risas en este momento pero, ¿cómo me sentiré cuando mis relaciones personales se vean afectadas por mi falta de sensibilidad? Cuando no me enfoco en la gratificación instantánea, puedo ver la imagen completa y puedo ver como mis decisiones me afectarán en el futuro. Puedo vivir sin el brownie. Puedo amar sin herir.

Cambios de estilo de vida - Perder peso y hacer teshuvá sólo puede lograrse a través de cambios verdaderos en el estilo de vida y en los patrones de conducta. Al integrar nuevos hábitos en mi vida, no estoy haciendo una dieta por un par de días, o si tengo suerte por un mes. Estoy haciendo cambios en mí mismo y en como yo me relaciono con la comida. También estoy tomando esas decisiones del alma que transformarán la manera en que me relaciono conmigo mismo y con los demás.

Resistir la tentación - Lo más fácil, por supuesto, es evitar la tentación. Pero la tentación está en todos lados (¿Acaso se supone que no puedo ir a una boda porque habrá un pastel delicioso? ¿Acaso tengo que dejar de interactuar con amigos porque puedo llegar a hablar chismes?). Al estar conciente de la tentación alrededor, puedo estar preparado para combatirla.

Sobrepasar los pequeños retrocesos - No hay tal cosa como un retroceso mayor. El problema es que los pequeños retrocesos se transforman en retrocesos mayores. Está bien, me comí un pastelito, ¿y qué? Puedo volver a mi dieta inmediatamente. El problema es que me digo a mí mismo: “Todo se acabó. Ahora puedo comerme una docena ya que de todos modos la dieta ha terminado”. Si fuéramos capaces de ver que el pastelito es tan solo un pequeño retroceso y pudiéramos volver inmediatamente a nuestra dieta, nunca sería un gran inconveniente. La manera de alcanzar algo trascendental en la vida es “lento pero seguro”, poco a poco, un par de pasos hacia adelante, y algunas veces, un par de pasos hacia atrás.

Monitorear el progreso - Con la pérdida de peso, cada semana puedo evaluarme a mí mismo y ver como va mi progreso. Puedo mirar hacia atrás y puedo evaluar qué funciona y qué no. Con la teshuvá, una gran manera de monitorear el progreso es con “Jeshbón Hanefesh”, un recuento espiritual diario en donde me siento cinco minutos cada noche con un cuaderno y una lapicera, y contemplo mi día y veo si he cumplido mis metas, donde he sido desafiado, y en qué areas necesito trabajar más fuerte mañana.

No rendirse - A veces es difícil y queremos renunciar. Ahí es cuando le rezamos a Dios y le pedimos fuerza y tenacidad para perseverar, y claridad para saber que nuestras metas son demasiado importantes como para rendirnos.

Este año, que todos tengamos éxito en nuestros esfuerzos por ponernos en forma, física y espiritualmente.

Inka Snacks report published by The Grocery Trader

Inka Snacks – The new taste in gourmet snacking

EDITOR AUGUST 5, 2010 0

packs-ventana-ilustInka Snacks Ltd. are exhibiting at the London Speciality and Fine Food Fair on stand 143, where they are proud to introduce their new Salted Roasted Giant Corn line-up to the very demanding UK market.

Inka Snacks’ Salted Roasted Giant Corn is made with a variety of maize that grows exceptionally big. Their amazing 100% natural size and flavour come from the combination of ancient Inca cultivation traditions, soil conditions, location and weather.

Inka Snacks’ Mariana Maher says: “The quality of the maize we use in our Salted Roasted Giant Corn is A1, that’s why we call it gourmet. It is the healthy light crunch that we all love, a great companion to a drink or ideal as an aperitif. It is also a perfect snack as a food on the go.”

Inka Snacks‘ Salted Roasted Giant Corn is packed with health benefits. Inka Snacks take their consumers’ health very seriously, which is why their products are cholesterol and trans-fat free. During the roasting process, only the finest oils, such as vegetable oil, and sea salt are used. Inka Snacks‘ Salted Roasted Giant Corn is suitable for vegetarians. It’s gluten free. And it’s processed in a nut-free environment, making it 100% nut free.

Inka Snacks’ Salted Roasted Giant Corn is available in two flavours, Original and Chilli, and in the following presentations:

Transit Box: 36 bags of 48g each

Display Box: 27 bags of 48g each

Catering Box: 12 bags of 500g each

logo-inka-snacks-ltdFor your chance to meet Inka Snacks and taste their new Salted Roasted Giant Corn, visit Stand 143 at the Speciality and Fine Food Fair, London Olympia 5-7 September. You’ll be truly amazed!

Inka Snacks

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Telephone: +44 208 5590 591 / 07886684380

Web: www.inkasnacks.co.uk


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Friday 23 September 2011

los retos de la vida

Convertirnos en padres de un niño con síndrome de Down nos ha obligado a reconsiderar nuestra perspectiva sobre ser padres y lo que significa vivir una vida significativa.

por Rav Nejemia Coopersmith

A pesar de que Dios nos da exactamente lo que necesitamos, en ocasiones hace falta un gran examen de conciencia para reconocer sus bendiciones. Seis semanas después de que mi esposa dio a luz a nuestro hijo, quien tiene síndrome de Down, comencé a apreciar que somos los recipientes de un regalo precioso.

Este entendimiento no llegó enseguida. En realidad, la primera vez que miré a nuestro hijo recién nacido, mientras yacía en la unidad de neonatología rodeado de máquinas esperando una cirugía para reparar un bloqueo intestinal, el sentimiento que me abrumaba era la incredulidad.

Este no era el que nosotros esperábamos que fuera nuestro cuarto hijo, este no era el hijo que crecería para ser un erudito en Torá. En cambio, me convertí de repente en el padre de un niño retrasado que iba a depender de mí por el resto de mi vida. Sentí como si Dios se hubiera equivocado de alguna manera.

Me levanté a la mañana siguiente esperando que todo hubiera sido una especie de pesadilla. “Esto no puede estar pasando…

Pero era realidad.

“Puede que esté equivocado, pero creo que su hijo tiene síndrome de Down”, me explicó el doctor Gur poco después del nacimiento del bebé. Me senté frente al doctor, mirándolo mientras me hablaba, pero tranquilamente hubiese podido estar a miles de kilómetros de distancia. “Tiene algunos de los signos clásicos – ojos inclinados y atresia duodenal, una malformación intestinal que en el 30% de los casos significa síndrome de Down. Pero no podremos estar seguros hasta que recibamos los resultados del análisis de cromosomas, que tomará al menos una semana”.

“Pero todos nuestros hijos nacieron con ojos orientales… es un fuerte rasgo familiar”, contrarresté. “Y le faltan algunas de las señales identificativas”.

“Espero estar equivocándome. Tendremos que esperar los resultados para estar seguros”.

Tarde esa noche, hablé con mi rabino, el rabino Nóaj Weinberg, para obtener un consejo. “Piensa en cómo Dina y tú cambiarían si fuesen a tener un niño con síndrome de Down”, me aconsejó. “¿Cuál es el crecimiento que Dios querría de ti? Tienes una semana hasta los resultados, haz esos cambios ahora”.

Nos aferramos a la pequeña posibilidad de que el niño estuviera realmente bien. Aunque los judíos no confiamos en milagros abiertos, podemos rezar por “milagros ocultos” – eventos que no necesitan un vuelco absoluto de las leyes de la naturaleza.

No importaba en dónde me encontrara o lo que estuviera haciendo, lo único que había en mi mente era súplica a Dios.

Durante esos siete días experimenté una intensidad en el rezo que no había experimentado nunca antes. Por primera vez realmente entendí lo que el Salmista describe cuando dice: “Yo soy mi plegaria hacia Ti”(Salmos 69:14). La plegaria genuina ocurre cuando todo el ser de la persona, el corazón y el alma, le suplican a Dios con una necesidad tan dolorosa y omnipresente que la persona misma se convierte en una expresión de plegaria. No importaba en dónde me encontrara o lo que estuviera haciendo, lo único que había en mi mente era súplica a Dios.

Y era una experiencia absolutamente solitaria, nadie sabía por lo que mi esposa y yo estábamos pasando. Para mantener el esperado milagro oculto, decidimos mantener la posibilidad del diagnóstico para nosotros mismos hasta recibir los resultados finales. Nuestros amigos le atribuían todo nuestro estrés a la cirugía del bebé y a la recuperación en el hospital, lo que para nosotros era sólo un detalle menor en la imagen global.

“Mi Hijo, el Doctor”

En la segunda mañana me desperté sobresaltado por un sueño. Soñé que estaba siendo perseguido por una criatura amenazante, yo estaba tratando con desesperación de huir, pero la presencia intimidadora estaba siempre uno o dos pasos detrás, a punto de atacar. Como no podía correr más rápido que ella, me di cuenta que lo único que podía hacer para salvarme era darme vuelta y enfrentarla.

Me detuve de repente, giré sobre mis talones, y me puse cara a cara con la criatura siniestra. “No te voy a herir”, dijo la criatura mientras extendía su mano. “Estoy aquí para enseñarte…”.

No soy el tipo de persona que le otorga mucha importancia a los sueños, pero el mensaje de este sueño me llegó muy claramente: “No huyas del bebé, abrázalo. Dios te lo ha enviado para tu bien”.

Esa mañana, mientras el shock comenzaba a desaparecer, mis actitudes comenzaron a sufrir más cambios. Estaba parado junto a nuestro bebé, que recién había sido transferido a otro hospital para su cirugía. Era la primera vez que lo podía ver sin toda la maquinaria rodeándolo. Estaba durmiendo plácidamente mientras yo acariciaba su cabeza, estaba abrumado por una ola de simpatía hacia mi dulce y completamente indefenso hijo. De repente me di cuenta lo ensimismado que había estado. ¿Qué importa mi desilusión y mis expectativas frustradas? ¡Este bebé me necesita desesperadamente! ¡Ponte a trabajar!

Cuando dejé de enfocarme en mí para comenzar a entregarle a mi bebé, me olvidé de la posibilidad del síndrome de Down. Al hacer lo que pudiera para ayudarlo, comencé a sentirme animado por el amor natural que un padre siente por su hijo.

Pasamos esa semana en el hospital, mientras nuestro hijo se recuperaba (“Tu hijo es un verdadero luchador”, me dijo el cirujano. “Nunca hemos visto a un bebé recuperarse tan rápido de este tipo de cirugía”). Todo ese tiempo sentado junto a la cuna de mi nuevo niño durmiente me dio la oportunidad de reconsiderar muchas cosas: mi perspectiva sobre ser padre, qué tipo de vida significativa puede vivir una persona si tiene limitaciones cognitivas, y los cambios que necesitaríamos hacer para criar como corresponde a un niño con síndrome de Down.

Estaba sufriendo una versión religiosa del síndrome de “mi-hijo-el-doctor”.

Me di cuenta que un aspecto primario para mí como padre es el honor que recibo por el éxito de mis hijos y por sus logros. Estaba sufriendo una versión religiosa del síndrome de “mi-hijo-el-doctor”. En lugar del orgullo y el respeto que obtendría por ser el padre de niños profesionales exitosos y ricos, yo estaba esperando que fueran los mejores en estudio de Torá y en liderazgo judío. En ambos casos hay una motivación subyacente: Cómo los hijos cumplirán los sueños de los padres y elevarán el estatus de los padres. Mi respeto por mis hijos estaba ligado, en alguna medida, a sus logros.

Todo padre sabe que esta actitud es equivocada, pero es extremadamente difícil eliminarla. No es fácil amar a nuestros hijos incondicionalmente, con nuestro foco puesto exclusivamente en ayudarlos a materializar su potencial único. ¿Qué pasa cuando su potencial es mucho menor o tan diferente a lo que habíamos esperado?

Nuestro niño no está aquí para satisfacer nuestras necesidades y expectativas. Dios nos lo dio como un encargo, a mí y a mi esposa, con la sagrada tarea de ayudarlo a alcanzar su misión especial en la vida. Ese es mi trabajo como padre, ya sea que el niño sea un genio o que tenga síndrome de Down.

¿Las Limitaciones de Quién?

¿Pero qué tipo de objetivo puede tener nuestro hijo en la vida si es discapacitado mental? Esta pregunta me forzó a confrontar otro valor falso que mi esposa y yo compartíamos, junto con la mayoría de la sociedad occidental. Le damos demasiada importancia a la inteligencia. Tendemos a darle más importancia a ser inteligentes que a ser buenos. Puede que mi hijo no sobresalga en sus estudios, pero puede sobresalir al convertirse en un tzadik, un judío recto al que realmente le preocupan los demás y que lucha por cumplir los mandamientos de la Torá lo mejor que puede. Y, después de todo, esa es la verdadera medida de una persona.

Mi inquietud sobre las posibles limitaciones mentales de mi hijo revelaron mucho más sobre mis limitaciones que sobre las de él.

No me malinterpretes. Todavía debemos esperar mucho de nuestro hijo. Decidimos desde el principio que la mejor manera de tratar con cualquier tipo de discapacidad innata es esperar lo máximo hasta que quede probado que no se puede. Pero no sentiremos orgullo cuando a nuestro hijo le vaya mejor que a los demás, sino cuando luche por lograr acontecimientos importantes personales mientras trabaja duro para materializar su potencial único.

El día anterior al alta de nuestro hijo del hospital, el genetista confirmó el diagnóstico de síndrome de Down. Yo quedé desconcertado con los resultados. Después de una semana de plegarias increíblemente intensas para que nuestro hijo no tuviera el desorden de cromosomas, y tratando de trabajar para hacer los cambios que pensé que Dios quería de mí, estaba realmente esperando que todo saliera bien.

Tuve que hacer un importante reajuste mental. En la visión global, me di cuenta que Dios nos había dado, a mí y a mi esposa, una tarea intimidante; y que si nos poníamos –nosotros y nuestras familias— a la altura del desafío de criar a nuestro hijo especial, lo haríamos mejor. Quizás por primera vez esa semana, no sólo pensé intelectualmente que Dios sabía realmente lo que era mejor para nosotros, sino que finalmente, también lo sentí en mis huesos. En realidad, todo iba a estar bien.

El rabino Moshé Shapiro, un destacado erudito en Torá que vive en Jerusalem, le escribió lo siguiente a un estudiante que fue padre de un niño con síndrome de Down:

    Desde el nacimiento de tu hijo, Nota Shelomó, he creído que si, con la ayuda de Dios, tienes éxito en el desafío que se te ha presentado, recibirás un regalo incomparable.

    Este niño tiene la capacidad de lograr aquello que nadie más en el mundo puede lograr – materializar una asombrosa y poderosa energía latente en los recovecos de tu corazón.

Dios también sabe lo que es mejor para nuestro hijo. El hecho de que haya nacido con capacidades cognitivas limitadas indica que posee un alma elevada que necesita menos rectificación en este mundo.

El rabino Shapiro escribió en la misma carta:

    Cada neshamá [alma] es enviada a este mundo con el objetivo de rectificar algo específico en ella. La mayoría de las personas son enviadas principalmente para mejorarse a sí mismas, y también para afectar a las personas que las rodean de acuerdo a sus habilidades. Sin embargo, hay algunas neshamot que son enviadas como personas incapaces de rectificarse adecuadamente. Entonces, al definir su existencia, debemos entender que estas neshamot son especialmente elevadas, ya que no necesitan ninguna corrección. Su único objetivo al ser enviadas a este mundo es corregir y mejorar a las personas que las rodean.

    Una neshamá de esta inmensa estatura ha sido enviada a tu casa. Acéptala con mucho amor, y ayúdala a desempeñar la función para la que fue enviada.

    Que Dios te ayude a llevar a cabo tu rol – permitir que esta neshamácumpla adecuadamente con su rol.

Yehuda Meir

Llamamos a nuestro hijo Yehuda Meir, que puede ser traducido literalmente como “una brillante fuente de gratitud”.

Una de las lecciones claras que Yehuda Meir ya nos ha enseñado es a apreciar cada pequeño paso que usualmente damos por sentado. Cuando Yehuda Meir, a las seis semanas, giró su cabeza y dio una vuelta (¡los terapeutas físicos al principio no nos creían!), se convirtió en una espontánea celebración en el hogar. Cada pequeño logro en su vida –desde sonreír a sentarse, a caminar y a hablar— será visto como un logro masivo y como un regalo de Dios. No podemos dar nada por sentado, incluyendo la salud general de nuestro hijo (el 50% de los niños con síndrome de Down tienen defectos congénitos de corazón). Y estamos tratando de dirigir esta aumentada apreciación a nuestros otros hijos también.

El nombre “Yehuda” también contiene la palabra hebrea “hod”, que significa belleza y esplendor. Hod es una forma especial de belleza que ocurre cuando el valor espiritual interno excede por mucho el envase externo, y se abre paso, rebalsando y doblegando a lo físico.

Por ejemplo, cuando Moisés bajó del Monte Sinaí, rayos de luz –“karnei hod” en hebreo— irradiaban de su cara y nadie podía mirar su sobrecogedora presencia. Esta explosión de luz representaba la dimensión espiritual interior de Moisés, que no podía ser contenida por su exterior físico. Su espiritualidad interior se abrió camino y sobrepasó sus limitaciones físicas, revelando una esencia espiritual mucho más grande que lo que su pequeño y terrenal cuerpo podría contener.

Cada uno de nosotros recibe un set con ciertas fortalezas y limitaciones que crean nuestro tafkid (misión) especial en la vida. Nuestro trabajo en este mundo consiste en luchar para llegar más allá de nuestras limitaciones y convertir nuestra vida en una brillante fuente de hod, de belleza majestuosa –que es el significado del nombre “Yehuda Meir”.

Yehuda Meir, al igual que cualquier otro judío, puede convertirse en una radiante fuente de santidad en el mundo.

Esto aplica por igual al pequeño Yehuda Meir, cuyas limitaciones son más pronunciadas. Mientras que puede que no alcance cuantitativamente la misma cantidad de Torá y de habilidades de liderazgo que algunos rabinos grandiosos, puede luchar para alcanzar la misma cantidad de manera cualitativa, noa pesar de sus limitaciones inherentes, sino exactamente al utilizarlas como un trampolín para dejar que florezca su especial belleza interior. Yehuda Meir, al igual que cualquier otro judío, puede convertirse en una radiante fuente de santidad en el mundo.

Mi esposa y yo todavía nos descubrimos tropezando con el mal ubicado valor de la inteligencia por sobre la bondad, imaginando cómo nuestro hijo será uno de los más listos y realizados niños con síndrome de Down. Nos damos cuenta que tenemos mucho crecimiento y desafío – ¡y por sobre todo alegría! - por delante. Mientras tanto, estamos derivando muchísimo placer (junto con nuestros otros hijos) al tener la oportunidad de conocer a nuestro adorable hijo.

Todas nuestras sinceras plegarias durante la primera semana de vida de Yehuda Meir no fueron desperdiciadas. Es nuestra ferviente esperanza que Dios dirija esas plegarias hacia su continuo crecimiento y desarrollo, tanto físico como espiritual, ayudándolo a convertirse en una fuente de enorme bendición. Y que Dios nos de la claridad, la paciencia y la sabiduría para llevar a cabo nuestra noble tarea de criar a esta preciosa neshamá judía.